Hasta el momento se han propuesto 3 teorías sobre
la población de las islas del pacífico: la primera defendía que en épocas
glaciares las islas pertenecían a un gran continente posteriormente sumergido
(geológicamente rebatida); la segunda defendía una migración masiva de los
indígenas asiáticos y una minoría de americanos (antropológicamente rebatida) y
la tercera y que ha sobrevivido hasta hoy, pese a que sigue siendo sólo una
teoría, habla de una migración muy lenta desde el sureste asiático.
Se cree que la migración no fue masiva ya que se
tardaron más de dos siglos en definirse la cultura polinesia que se asentó en
la isla de Samoa. Asentada y desarrollada la cultura polinesia, Mahori en su
lengua, siguió explorando el pacífico en busca de nuevas fuentes de alimentos y
riquezas. Una a una fueron desembarcando en todas las islas del pacífico,
guiándose por las estrellas y las migraciones de tortugas. Las últimas y
también las más grandes de las islas a las que llegaron fueron la isla norte y
sur de la rebautizada New Zealand hace tan sólo 800 años.
La isla norte de New Zealand no es tan
extraterrestre como la sur a primera vista, hace falta recorrerla para
descubrir sus encantos. Empezamos por Auckland, la capital, una ciudad con
cierto encanto en la que encontramos a la que sería nuestra nueva compañera de
viaje durante los siguientes 10 días, Natasha. Ella consiguió todo el material
de acampada que necesitábamos para nuestra aventura en coche: tienda, mantas,
cacharros de cocina y gas. Sólo nos faltaba esperar que no lloviera.
Y llovió…en Raglan, nuestra primera parada. Una
encantadora zona de costa con arena negra, cascadas y montañas redondas. Por suerte
sólo llovió por la noche, así que pudimos disfrutar del mar helado para hacer
surf free style sin tabla y visitar los alrededores.
Pero la lluvia se quedó tan sólo en una anécdota
porque ni el sol que nos acompañó hasta el final ni las mantas nos salvaron del
frío de las cotas más altas de la isla, Tongariro National Park. El parque
nacional más antiguo del país formado por una zona volcánica aún activa que da
lugar a los mejores colores, paisajes y lagos de la isla norte que pudimos
visitar en dos días de treking, posiblemente de los mejores que hayamos hecho
nunca, en especial la ruta Tongariro Alpine Crossing. Un escenario perfecto
para emplazar las tierras de Mordor y que visitamos siguiendo vuestras votaciones.
Cansadas, pero contentas decidimos poner rumbo a
una zona más cálida como recompensa: Lago Taupo y Rotorua. Pese a ser un
enclave turístico, con casi todos sus
atractivos privatizados a los que, por supuesto, no pretendíamos financiar,
disfrutamos del amanecer en el lago, los rápidos de la Huka Fall y un baño muy
caliente en una zona secreta que aún es pública.
El Taupo no es el único lago de la zona, es el más
grande eso sí, pero si te paseas por el valle volcánico encuentras otros lagos
desolados perfectos para acampar, nosotras escogimos el Rerewhakaaitu,
con este nombre se lo merecía!
Y entre lagos y risas nos dimos cuenta que ya
estábamos llegando a la etapa final de nuestra aventura por New Zealand y que
nos quedaba un día para conducir de vuelta hasta Auckland y coger un avión que
nos mandaría 23 horas atrás en el tiempo, a Tahiti. Y para celebrarlo un cena
especial con piscina de agua caliente incluida en la remota población de
Miranda: curry de garbanzos, chapati y vino local…
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