Creo que ya hemos comentado alguna vez lo poco importante
que parece haber sido la historia de Australia para el resto del mundo, ni
siquiera con la llegada de los europeos, amos y señores de la prensa más
influyente de las últimas décadas, la historia de este país ha generado más
interés al resto del mundo. Teniendo en cuenta que los primeros ciudadanos
australianos que vinieron de Inglaterra en el siglo XIX fueron convictos
enviados por su propio gobierno y que a esta tierra le llamaban Down Under
(Debajo de Abajo), ya nos da una idea de lo poco importante que era para el
mundo “de arriba” lo que ha acabado siendo un país próspero, equilibrado y más
que habitable.
Por mucho que los
ingleses modernizaran el país, los primeros australianos fueron los aborígenes,
de eso ya hemos hablado pero hay algo que sucedió aquí mucho antes que aún
nadie sabe explicar con certeza y que, como muchas otras cosas, no han tenido
demasiada difusión aún siendo uno de los pilares de la antropología.
La incógnita es la siguiente: se han encontrado restos
humanos en Australia de hace 60.000 años y hace 60.000 años aún faltaban otros 30.000
para que la especie humana dominara la navegación y en esta isla no hay simios
de los cuales pudiéramos evolucionar. Si las migraciones humanas partieron del
continente africano y llegaron a Eurasia, ¿cómo se explica que hace 60.000 años
llegaran a Oceanía? Si partimos de la suposición que dominaban la navegación,
entonces tenemos que asumir que también habían sido los primeros en desarrollar
una técnica de construir embarcaciones que permitiera cruzar largas distancias
con condiciones marítimas desfavorables (para que os hagáis una idea en esa época sólo
se construían botes planos de troncos). La alternativa al avance en técnicas de
navegación sería que un pescador con un bote de troncos se perdiera y
sobreviviera hasta llegar a tierras australianas y fuera capaz de volver a su
casa para convencer a un grupo de gente a cruzar en botes de madera hasta un
supuesto paraíso (y no morir en el intento). Dicho así, parece que la teoría de
que esa gente iba años luz adelantada en técnicas de navegación es más
probable. De todas formas todo son teorías…¿alguien tiene otra?
Pero volvamos a lo nuestro que estamos en el siglo XXI, no
somos convictas y hemos llegado en avión. Algo que nos sorprende mucho de
Australia es que los animales que han evolucionado en esta isla son
completamente diferentes al resto, pero están perfectamente adaptados al medio.
Los canguros y wallabies parecen conejos altos y desproporcionados, pero corren
como las flechas y tienen las extremidades delanteras libres al moverse. Van
siempre en grupo y son muuuuy territoriales.
Los Koalas (hemos visto muchísimos en el sur) son animales
que duermen 20 horas al día sentados en las ramas de los árboles, son
solitarios y cuando no están en los eucaliptus se mueven con torpeza. Los
echidnas son más rápidos de lo que parecen, difíciles de ver, pero muy
divertidos; también son solitarios. También hay wombats, possums, ornitorrincos,
infinitas especies de pájaros y miles de otras especies que sólo han
evolucionado en Australia.
Nuestra ruta por la costa llegó hasta uno de los puntos más sobrecogedores
del sur de Australia, los 12 Apóstoles. Unas formaciones de piedra caliza que
se han mantenido en pie y han aguantado la erosión del viento y las duras mareas
del sur de Australia. Casi se circula en fila india para llegar a los miradores,
pero pese a lo turístico que es el paisaje es espectacular. Y de las rocas
calizas pasamos a los minerales más preciados del mundo: el oro de las antiguas
minas de Ballarat que sufrieron su “gold rush” en 1850-70. En Ballarat nos
acogieron Jude y Hannah, unas Couchsurfers con las que nos divertimos cocinando
tortillas de patatas y haciendo planes para sus futuras visitas a Barcelona.
Fue como llegar a casa de unas amigas que hace mucho que no ves, unos 30 años…
Y de ahí directas a Melbourne donde nos esperaba, por
decisión de los lectores, un relajante paseo en barco por el río Yarra que une
la ciudad con la bahía de Port Phillip. Melbourne es una ciudad que combina las
iglesias al más estilo victoriano con rascacielos, bares modernos y calles
llenas de graffitis. Como todas las grandes ciudades australianas que hemos
visto hasta ahora, tiene un punto impersonal y consumista que dista de la
impresión que tenemos de los pueblos y ciudades más pequeñas donde reina el
sabor australiano y la cordialidad. Definitivamente no nos gusta la
globalización…
Otra de las decisiones que hemos tomado por votación de los
lectores ha sido llegar a la cima del Mt
Kosciuszko , en el Kosciuszko National
Park, siguiendo la Summit Walk, una serpenteante caminata de casi 20 km que nos
llevó al punto más alto del país a 2.228 m. Australia es uno de los continentes
más jóvenes del planeta y por esa razón es bajito y muy llano, eso no quita que
el ascenso al
Kosciuszko fuera una gran experiencia que vivimos como si fuéramos
la primera expedición que llegaba a esa cima…
Creo que las teorías de cómo llegaron los primeros humanos a Australia apuntan a la glaciación y consiguiente descenso de los niveles del mar... pero no sé mucho de estas cosas así que no sé hasta que punto cuadra todo esto.
ResponderEliminarTendremos que investigar más...pero sería una buena teoría la de las glaciaciones...
EliminarPorque walkabouteando sobre las aguas no se puede llegar, ¿no?
ResponderEliminarNos consta que no, pero se podría probar...¿algún voluntario?
EliminarLos dos tenéis parte de razón. Consultando a un antropólogo amigo nuestro y el más guapo de españa, nos confirma la teoría de la glaciación y la bajada del nivel del mar. Así que probablemente esa gente llegó a Australia walkabouteando!
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