Koh Lanta es una de las islas del suroeste de Tailandia que produce caucho (goma natural), es maravilloso ver extensiones enormes de "rubber trees", tan esbeltos, altos y alineados, con sus incisiones perfectamente oblicuas y unos pequeños recipientes que rebosan una densa masa blanca. Una vez recolectado de los arboles, la recogen y la moldean hasta tener una fina capa con forma (según nuestro criterio) de alfombra de coche que cuelgan al sol para que se seque. Huele fatal...
Pero hablemos de las islas, que la goma es interesante, pero no es lo único que nos ha llamado la atención…Empecemos con una curiosidad, una de esas casualidades que pasan porque sí y que pueden cambiar el rumbo de un viaje como el nuestro. Ya os debéis imaginar lo estrictas que somos con nuestro presupuesto, de hecho es la GRAN pregunta que nos hace mucha gente, os lo resumimos: tenemos 2 presupuestos diferentes, uno para vuelos y otro para el resto que está dividió en 12 meses, cada uno tiene un límite y ambos los controlamos mediante un Excel que actualizamos a diario. Para compensar los meses que estaremos en países más caros, hemos reducido el presupuesto de los meses que pasamos en países más baratos. Así de sencillo.
Muchas veces el presupuesto toma decisiones por nosotras, por ejemplo, mientras decidíamos en Koh Phi Phi hacia dónde era mejor seguir, encontramos una oferta para ir en ferry hasta Koh Lanta, y de ahí podríamos cruzar a la península de nuevo para seguir por tierra. Y ya que estábamos en Koh Lanta, ¿por qué no quedarse un par de días para visitarla? Pasaron 2 días, 3 días, alquilamos una casa, 4 días, 5, 6, 7….hasta llegar a 18… ¿y por qué?
La primera impresión que tuvimos de Koh Lanta fue que nos recordaba a Formentera… ¡3 puntos! Curiosamente el alojamiento es más barato que en otras islas… ¡3 puntos más! La isla hace unos 50 km de largo, tiene 9 playas en la costa oeste, montaña, un parque natural, un delta y 2 cascadas…Además era una buena ocasión para alquilar una casa y hacer una parada de verdad unos cuantos días.
Alquilamos una casa de madera en un bosque, compartíamos casa con mosquitos, lagartijas, hormigas ladronas, arañas, alguna serpiente en el jardín y nuestra preferida… ¡la ranita Juanita! Nuestro día a día, levantarnos queriendo asesinar a algún pájaro gritón, desayunar e irnos al Lanta Animal Welfare a pasear a los perros. Moto, playa, alguna sopa picante y puesta de sol descuartizando a un coco. Ducha fría, sticky rice con mango y a dormir.
Koh Lanta tiene muchas sorpresas escondidas, así que la rutina ahí es imposible. Una mañana sales con intención de visitar una cueva y acabas pasando el día en casa de Anke y Aoi aprendiendo sobre su proyecto de construcción sostenible y granja ecológica Asa Lanta. Otro día te vas a comprar el pan y acabas cruzando con un trasbordador a Koh Lanta Noi, la parte norte de la isla y también la más desconocida.
Desde Koh Lanta tienes fácil acceso a otras islas más pequeñas donde puedes hacer snorkeling y submarinismo…Koh Muk, Koh Ngai, Koh Rok… ¡Ah, para los que no lo hayáis deducido KOH quiere decir isla!
Quizás Koh Lanta no tiene las aguas más turquesas y cristalinas del sureste asiático, pero para nosotras fue el mejor sitio dónde nos podría haber llevado el destino.
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