miércoles, 9 de noviembre de 2011

MINGALABAR! LLEGADA A MYANMAR


Llegar a Yangon, la antigua capital de Myanmar, es como retroceder 30 años en el tiempo. Los edificios, algunos de estilo comunista y otros de la época colonial, dan color a las calles ortogonales del centro y contrastan con los pocos edificios algo más modernos que recuerdan que algún día ésta fue la capital.

Los hombres llevan faldas (una tupida tela oscura de cuadros atada al frente) y las mujeres pantalones y un pintoresco maquillaje hecho con pasta de madera de color amarillo que les protege del sol. Casi todos los hombres mascan una extraña hoja que esconde tabaco en su interior y que les tiñe dientes y labios de rojo, además escupen continuamente.
Los coches son heredados de su vecina Tailandia, los modelos más actuales son de los años 80 y se da la paradoja que conducen por la derecha aunque los vehículos tienen el volante también a la derecha. Los autobuses urbanos recuerdan a las míticas furgonetas hippies de los 70.

No hay cabinas de teléfono, conseguir una tarjeta de móvil es casi imposible y nuestro teléfono español no coge ninguna señal. Internet es escaso y muuuuy lento, lo que quiere decir que…estamos prácticamente incomunicados.
Los pocos bancos de las grandes ciudades son nacionales y no existe ni un cajero automático en todo el país. Aunque las pensiones se pueden pagar en dólares, la vida se paga en Kyats que se deben cambiar en Yangon para obtener el mejor cambio, pero las colas en los bancos de cambio son infernales. Los billetes de dólar no pueden ser antiguos, ni estar arrugados, rotos o pintados ni presentar el menor rastro de haber sido utilizados, todos los billetes que no cumplan estos requisitos no serán aceptados.
Y entre tantas facilidades intentamos organizar nuestros 28 días en el país junto a Laura y Javi. Mañana cogemos un bus que recorrerá 650 km en 15 horas para llevarnos al lago Inle, donde empezaremos nuestra verdadera ruta por Myanmar, una ruta que deberá esquivar las zonas restringidas al turismo, ¿fácil verdad?
La verdad es que nos encanta la sensación de empezar de nuevo, y eso ocurre cada vez que entramos en un país. Éste es especial, se ve a simple vista, pero emocionante a la vez. La llegada de Laura y Javi, que nos acompañarán durante 15 días, es un motivo más para seguir adelante. ¡Empecemos!

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