viernes, 1 de junio de 2012

LLAMAS, ALPACAS Y GUANACOS DE LOS ANDES

Chile es un país largo, estrecho y muy variado. Tiene una costa de 6.435km desde la Patagonia hasta la frontera con Perú. También linda con Argentina y Bolivia por una barrera natural imponente: Los Andes,  una cordillera larguísima formada por una falla, cadenas de volcanes, bañada por lagos de colores y sazonada con los salares más grandes del planeta.



Nosotras escogimos como destino el norte de Chile para combinarlo con la zona andina boliviana del salar de Uyuni. El desierto de Atacama se encuentra en la franja más ancha de Chile, de 400km, y está a 2.500m sobre el nivel del mar. Desde el altiplano puedes contemplar la cordillera andina de 6.000m y la cordillera de la sal.

Por encima de 4000 m la vegetación es inexistente, los lagos se hielan y con suerte encuentras alguna vicuña despistada, el resto de animales andinos (llamas, alpacas y guanacos) prefieren quedarse en cotas más bajas.


La aclimatación es básica, a partir de los 2.000m el oxígeno empieza a escasear y tu presión corporal aumenta. Tienes que moverte lentamente y controlar los movimientos bruscos, de lo contrario podrías marearte hasta perder el conocimiento. El mal de altura puede producir dolor de cabeza, náuseas y hasta vómitos. Una buena aclimatación y mascar hojas de coca ayudan a prevenir estos síntomas.

Empezamos nuestra ruta chilena en Santiago, una ciudad de reencuentros. Marc y Paulina nos acogieron en su casa y por fin conocimos a su hijo Ferran, pudimos compartir unas horas con Daisy y Francisco después de nuestros días juntos en Rapa Nui, y nos reunimos con Eli para recorrer un trozo de Sudamérica juntas. Sí, sí, la misma Eli que ya nos visitó en Lao hace unos meses.



Una vez el trío reunido emprendimos rumbo al desierto de Atacama dispuestas a disfrutar de puestas de sol espectaculares, lagunas de sal que te hacen flotar como en el mar Muerto, recorrer caminos de arena en bici y adentrarnos entre grutas estrechas y oscuras con nuestros frontales.

Mientras, intentábamos cuadrar agendas con nuestros compañeros virtuales de viaje Marta y Gerard de DándolelaVuelta. Finalmente el encuentro fue posible en Uyuni y pudimos comprobar que son personas físicas y tangibles con las que teníamos muchas cosas en común. Una vez allí cada uno visitó el salar a su manera, unos en jeep, otros en autobús público, y Eli fue capaz de hacerlo todo.



Como la aclimatación a la altura y al frío había sido soportable para todo el grupo, decidimos seguir juntos hacia Potosi, la ciudad más alta del mundo.

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