miércoles, 27 de junio de 2012

CRUZANDO UNA NUEVA FRONTERA: DE PARAGUAY A BRASIL

Con una superficie estimada en más de 8,5 millones km², Brasil es el quinto país más extenso del mundo, sólo lo superan Rusia, Canadá, Estados Unidos y China y tiene fronteras con todos los países de América del Sur, exceptuando a Chile y Ecuador. Sólo el estado de Sao Paulo, cuya capital es la ciudad que lleva el mismo nombre, tiene una superficie similar a su vecino Paraguay o a España.



Sao Paulo es a su vez la ciudad más grande del hemisferio sur con una población de 20 millones de habitantes. Mires donde mires nunca alcanzas a ver sus límites, sólo ves rascacielos desorganizados y alguna área residencial de una planta que intenta sobrevivir entre aquel bosque de hormigón.
Brasil es un país de contrastes, tienes climas fríos y tropicales, selva y montaña, riqueza y pobreza, tranquilidad y agitación…y pasando sólo 15 días viajando por ahí, no podemos decir que lo conozcamos. Nuestra aventura brasileña empezó con un gran hándicap: la preparación de todo el papeleo para poder entrar en el país.



Brasil utiliza una política de inmigración de reciprocidad, si España les pide a los brasileños que demuestren que no se van a quedar en el país, Brasil hace lo mismo con los españoles. Así que nos tocó llevar preparada una carta de invitación firmada y sellada delante notario, un extracto de la cuenta bancaria para demostrar que contábamos con 80€ por día de estancia en el país, una tarjeta visa para demostrar su límite y, por supuesto, un vuelo de salida del país.

Una vez recopilada toda la documentación nos dirigimos nerviosas a la frontera de Paraguay con Brasil, el agente nos miró y revisó nuestro pasaporte. Al ver que éramos españolas llamó a un superior por el walkie y estuvieron hablando un buen rato, nos hizo cambiar de garita y siguió hablando y revisando nuestros pasaportes hasta que de pronto dijo “afirmativo”, colgó el aparato, selló nuestros pasaportes y nos dejó pasar sin mirar ni un solo documento…nuestra conclusión es que probablemente éramos de las primeras españolas en cruzar esa frontera y pensaron que por dos mochileras no se iban a estudiar el protocolo. Sea lo que fuera nos quitó un gran peso de encima.



Ya en Brasil no perdimos ni un minuto para ir a ver uno de nuestros sitios pendientes: las cataratas de Iguaçú. Esos días el caudal estaba al máximo y pese a su color marrón de “arraso con todo” la cantidad de agua cayendo por los 275 saltos nos dejaron sin palabras.

En el viaje de Foz de Iguaçú a Curitiba en un autobús nocturno de lo más cómodo, vivimos nuestra primera experiencia con la policía que nos detuvo y registró dos veces en 10 horas. La segunda fue rápida, entran los policías armados, te hacen sacar todo lo que llevas en el equipaje de mano con cara de pocos amigos y luego registran las maletas del compartimento inferior. En la primera todo fue bien hasta que llegaron al último paso…de pronto se detuvieron, dos agentes subieron al autobús y gritaron “¡quién debería estar en el asiento 19!”; un chico en el fondo se levanta y le apuntan con sus pistolas, él levanta los brazo y lo enmanillan, le hacen bajar del autobús y le detienen. ¿Por qué? Por llevar 10 kg de marihuana en una maleta…



Curitiba es una ciudad fría, pero muy bonita. Es una de las ciudades mejor pensadas urbanísticamente del mundo y gracias a Inés, Javi y Diógenes pudimos visitar algunos de sus parques. La estancia fue muy agradable gracias a la hospitalidad de Talita y su familia que nos cedieron su casa pese a no estar ninguno de ellos en la ciudad. ¡Gracias!



Y de Curitiba a la gran urbe: Sao Paulo. Un monstruo encantador que hay que descubrir poco a poco. De la mano de Juli y sus padres fue mucho más fácil no perderse por Sè, Luz, Liberdade, Pinheiros…Juli nos enseñó todas las caras de una ciudad que sin parecernos atractiva atrajo nuestro interés con sus museos, fábricas rehabilitadas en centros culturales y deportivos, hoteles con forma de ballena, terrazas escondidas entre el hormigón, torres de acero, discotecas en pequeñas casitas…en definitiva, el último grito en modernismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario