lunes, 29 de agosto de 2011

THE MAHOUT EXPERIENCE

Consultando un libro de animales en África descubrimos que algunas especies, como por ejemplo los elefantes y los humanos, tienen diferentes características dependiendo de su hábitat. Las especies que habitan en la jungla tienen una característica en común, su tamaño es más reducido ya que los espacios también lo son. El elefante pigmeo (el que vive en la jungla) pesa entre 3 y 6 toneladas mientras que el elefante de la sabana puede llegar a pesar 8 toneladas. El elefante asiático tiene además diferente estructura craneal, un tamaño de orejas más pequeño y otro color de piel. ¿Y por qué lo sabemos? Porque estuvimos muy cerca de ellos.

Después de que Samu y Carla nos lo recomendaran encarecidamente, decidimos embarcarnos en la “2 days mahout experience”. Mahout es el nombre de origen indio que reciben los instructores capaces de dirigir a un elefante. Nuestro día empezó a las 9 de la mañana camino al “elephant camp”, a 20 km de Luang Prabang, donde nos explicaron brevemente las instrucciones que había que darle a las elefantas y como subir en ellas.
Después de una comida laosiana, cruzamos el Nam Khan para llegar donde nos esperaban las elefantas que nos acompañarían durante nuestros 2 días. Nuestra primera toma de contacto fue un breve y pasado por agua paseo por la jungla, ya que algún grupo más de turistas estaba esperando su turno. Volvimos a surcar el Nam Khan camino a las cataratas Huay Sae, mientras esperábamos que llegara el atardecer, momento en que todos los turistas que habían visitado el campamento ese día volvían a Luang Prabang.

Nuestra tarea esta vez era acompañar a las elefantas hasta la zona donde pasarían la noche. Estar sentadas en el cuello de uno de estos animales, al atardecer, acompañadas de los sonidos incesantes de los habitantes de la jungla,  viendo como las enormes patas de las elefantas se hundían y deslizaban por el barro, al son de su acompasada respiración es una experiencia indescriptible. Pero lo mejor aún estaba por llegar.

Tuvimos que deshacer el camino que habíamos hecho con ellas, pero esta vez solos. Descalzos y con el barro hasta los tobillos, intentábamos avanzar entre los inmensos árboles de la jungla intentando evitar las caídas y desenado que a ninguna sanguijuela le diera por chuparnos la sangre. Tuvimos suerte con las sanguijuelas, no con las caídas…
Después de la lluvia pudimos disfrutar de una cena magnífica con el arcoíris de fondo para coger fuerzas para el día siguiente. A las 7 de la mañana ya estábamos en pie deseosas por ver de nuevo a nuestras elefantas. Las fuimos a buscar de nuevo a la jungla y las llevamos (o mejor dicho, nos llevaron) al río a tomar su baño matutino. ¡Cómo les gusta el agua!

Nos íbamos acercando al río y no teníamos claro lo que pasaría…¿teníamos que bajar (toda una hazaña) de las elefantas para lavarlas a la orilla de río? ¿Teníamos que acompañarlas para que se metieran en el agua? ¿Se bañaban ellas solas? Mientras pensábamos todo esto no nos dimos cuenta que ya estábamos a orillas del Nam Khan y las elefantas seguían caminando. Nos adentramos al río hasta que el agua les cubría todo el cuerpo menos el torso y la cabeza, ¡atónitos! No sólo les encantaba el agua, sino que les gustaba jugar a sumergirse, a tirarnos, a mojarnos. Estuvimos jugando dentro de esa agua tropical y completamente marrón como si fuéramos niños durante 1 hora, mientras intentábamos frotarlas con un cepillo. No sabemos quién se lo pasaba mejor, si nosotros haciendo el tobogán en su espalda o ellas duchándonos con la trompa.

Acabado el baño, nos sacaron del río, nos bajamos, les dimos algunos plátanos, nos despedimos de ellas y nos volvimos a subir a la barca camino de nuestra ducha…en todo el trayecto no se oyó ni una mosca…

viernes, 26 de agosto de 2011

SABAIDEE!

La fiebre del dengue (conocida coloquialmente como fiebre rompehuesos) se contrae con la picadura de un mosquito y, por lo general, este virus sólo se extiende en zonas húmedas, por ejemplo la selva. Los efectos son fiebre altísima, dolor de cabeza, dolor de huesos y, en algunos casos, vómitos y diarrea. No existe ni vacuna ni medicación para el dengue, así que en caso de sentir los síntomas se recomienda ir a un médico urgentemente. El tratamiento para sobrellevar la enfermedad durante los 5 o 7 días que puede durar es con antitérmicos, 3-5 litros de agua con suero para evitar la deshidratación, vitaminas y reposo absoluto. Eli pasó así los últimos 5 días de sus vacaciones.

Llegar a Bangkok después de 3 meses en África es como aterrizar en otro planeta. Asfalto, tecnología, trenes, rascacielos…el taxista que nos acompañó hasta Tanao Rd. No daba crédito de nuestras caras, lo único que no había cambiado era nuestra limitación comunicativa, él no hablaba inglés ni nosotras thai. Esa misma tarde nos encontramos con María y Eli, decidimos nuestra ruta, echamos un rápido vistazo a Bangkok y nos pusimos en ruta hacia nuestro destino: Lao.

Antes de cambiar de país decidimos hacer una breve parada en Chiang Mai para recorrer sus callejuelas, sus templos, el mercado nocturno y disfrutar de los famosos masajes Thai antes de seguir nuestro camino. Después de unas cuantas horas en ruta, llegamos a la frontera listas para cruzar el Mekong bajo la lluvia monzónica que nos acompaña desde que pusimos un pie en Asia.
Hemos recorrido el norte de Lao usando como campamentos base las ciudades de Luang Nam Tha y Luang Prabang. La primera es una ciudad de 25.000 habitantes en medio de arrozales y jungla y es el centro de turismo responsable de Lao. Surcamos el Mekong con nuestra barca de rafting, recorrimos los alrededores en Mountain Bike y nos deleitamos con la gastronomía de su mercado nocturno.

Luang Prabang tiene unos 55.000 habitantes y es mucho más turística, pero a la vez es acogedora y el encanto de sus templos y callejones te atrapa. Está limitada por el río Mekong y el Nam Khan y puedes disfrutar de sus cascadas en una breve excursión en tuk.tuk.


La compañía de Eli y Maria ha sido breve pero intensa. Hemos compartido muchos buenos momentos, pero también unos días malos de visitas al médico y al hospital regional. Hemos aprendido como tratar el dengue y hemos conseguido acabar con él. Por suerte hemos podido contar con el respaldo de los laosianos y afortunadamente Luang Prabang es una ciudad con las infraestructuras suficientes para haber estado cómodas, pese al mal rato.
Queremos remarcar la amabilidad y educación de los tailandeses y laosianos, es muy fácil tratar con ellos y viajar por estos países es sencillo. Citando literalmente las palabras de nuestra amiga Marta “en Asia puedes conseguir todo lo que quieras y cuando no lo sabes, ellos lo adivinan y te lo consiguen”.

viernes, 19 de agosto de 2011

FOTO DEL MES: TANZANIA

Con nuestro paso por Tanzania cerramos la etapa africana, se acabaron nuestras clases de swahili, los safaris y el ugali. Aquí tenéis las 5 fotos finalistas para la foto del mes. Tenéis una semana para votar y decidir cuál será la foto ganadora que se publicará en el blog de Panasonic.

Recordad que a parte de los comentarios que nos queráis dejar, que nos encantan, tenéis que votar en el apartado de VOTACIONES en el lateral derecho del blog.


¡Éstas son!

FOTO #1



FOTO #2


FOTO #3


FOTO #4

FOTO #5

domingo, 14 de agosto de 2011

3 MESES EN ÁFRICA

Hemos cerrado una etapa del viaje. El día 5 de agosto nos despedimos del continente africano para aterrizar en un nuevo y misterioso continente: Asia. Ha sido una decisión que parece repentina, y lo es. Algunos nos habéis preguntado el porqué, si había llegado el momento o si nos habíamos cansado tanto de África que nos largábamos corriendo. La respuesta es muy simple, un día recibes un mail de unas amigas que están dispuestas a cruzar medio mundo para recorrer un trocito del viaje con nosotras, ¡¿cómo decir que no?! Tras deliberar el mejor destino, decidimos encontrarnos en Bangkok, ¡el mejor sitio para poder ir a cualquier otro sitio! Así que aquí estamos, en Lao (nota: no entendemos porque hay que traducir los nombres de los países, por eso siempre los escribimos tal i como son, eso sí, con nuestro alfabeto.). No tener un viaje organizado tiene esas ventajas, un día te levantas y compras un billete de avión para volar a 7.100 km.

Pero no nos olvidemos de África. Una de las mejores decisiones que tomamos al planear nuestra posible ruta fue poner África en primer lugar. Viajar por África es cansado y en ocasiones desesperanzador, pero ha valido la pena. La comunicación con los africanos, y no nos gusta generalizar, pero tampoco hay tiempo para personalizar, es compleja. Pretender entender su lógica y sus maneras es imposible, te conformas con observarlas y respetarlas. Y dar una explicación a ese fenómeno es difícil, nuestra conclusión (y no pretendemos que hagáis una lectura absolutista) es simple: los africanos, a diferencia de nosotras, no tienen una evolución histórica parecida a la nuestra (recordad la avanzada civilización romana que nos precedió hace 3 milenios) ni una religión tan impositiva que, seas creyente o no, te hace crecer con ciertos valores, ni mejores ni peores, valores. Además, como hemos remarcado muchas veces, el pueblo africano ha sufrido desde hace miles de años la presión, explotación, esclavización, colonización, etc…de muchos otros pueblos. ¿No sería hora que les dejáramos un margen para que mostraran su propia identidad? Debate abierto.


No hace falta que os contemos todo lo que hemos visto y aprendido, ya lo hemos hecho durante estos meses, pero quizás sí que es la ocasión de compartir con vosotros los momentos difíciles. De todos se aprende.
Los transportes en África son peligrosos, las carreteras están en mal estado, no hay iluminación, las medidas de seguridad en los barcos no existen y la mayoría de vehículos son viejos y están en mal estado y todo eso da pie a atropellos, averías continuas, horas de retraso, maletas perdidas…

Nunca debes olvidar que convives con animales que, afortunadamente, están en su hábitat y son salvajes. Puedes encontrarte una serpiente en la puerta de casa, o atropellar a una Mamba que da un salto de 1 m para intentar salvarse, en una pista de tierra. Te puedes cruzar con un elefante que está de buenas en un camino o querer hacer un picnic en una isla que está plagada de huellas de centenares de hipopótamos que volverán al atardecer.

Debes viajar mentalizado de que cualquier aparato electrónico puede dejar de funcionar, ya sea un cajero automático en uno de los múltiples cortes de luz de la ciudad mientras tu tarjeta está dentro, o que ahogues un Ipod en el agua o que tu cámara sumergible deje de serlo.
Finalmente debemos recordar en cualquier momento que la codicia y la maldad también existen y que aunque lleves 5 euros en el bolsillo será probablemente más de lo que lleve la mayoría, así que eres siempre susceptible a robos. Os aseguramos que en África nunca pasas desapercibido.
Y aún con eso, África ha sido una gran experiencia, pero hoy nuestras perspectivas son empezar a recorrer otro mundo junto a Eli y Maria. Tenemos un visado de 1 mes en Lao, un país tranquilo donde respiramos aires budistas y nos remojamos bajo el monzón.

jueves, 11 de agosto de 2011

USAMBARA Y PARQUES NACIONALES

Coged un atlas…situaros entre la península arábiga, el mar rojo y Etiopía. Hace millones de años, en algún punto que ahora cubre la corteza oceánica, el magma perforó la tierra provocando una cadena sísmica que partiría lo que entonces era un solo continente en tres fallas, como pasa al perforar con fuerza una superficie. En ese momento la tierra empezó a separarse hasta crear un nuevo mar (el mar rojo) y separar casi por completo lo que hoy conocemos como península arábiga del continente africano. Pero hay una tercera falla…el Riff. La cadena del Riff nace cerca de Yemen y se extiende hasta el norte de Tanzania, ¿no está mal eh? Pero eso no es todo, poco a poco la tierra se va separando creando así el valle del Riff. Lo que nadie sabe es si llegará el momento en que el valle pasará a ser un mar y Tanzania, Kenya, Etiopía y Somalia pasarán a ser una península o, como pasó con Madagascar, una isla.

Decididos a seguir el viaje juntos nos adaptamos a los planes de Luís y Ana. Nos encontramos con Sahidi y Mohammed (y el coche) en Nyamisati, volvimos a Kilwa Masoko, luego de nuevo a Dar es Salaam para acabar de cerrar unos trámites del hotel y de ahí nos dirigimos hacia el norte del país.
La primera parada fue en las montañas Usambara. Entre 1400 y 2000 metros de altura el ambiente era fresco y relajado, con unos paisajes de montaña tropical, con cataratas, muchos camaleones y una influencia notoria de las misiones católicas. Nos alojamos en Irente Farm, una granja gestionada por una pareja sueco-sudafricana, donde pudimos comer lo que hacía tiempo que no disfrutábamos: pan, queso, muesly, lentejas, espagueti…

Dejamos las Usambara para adentrarnos en zona masai. Los masai son la tribu más tradicional de Tanzania, son ganaderos y nómadas, tienen su propia lengua y conservan las vestimentas, cultura y estructura social tradicional. La zona masai se extiende desde Usambara hasta el lago Victoria y, por el norte, hasta la frontera con Kenya.
Por votación de los lectores nuestro campamento base debía ser en Moshi, pero por democracia “vehicular” decidimos pasar una noche en Arusha, por gestiones oficiales, para instalarnos en Karatu al día siguiente y preparar nuestra incursión a la vida salvaje por libre. Pasado el monte Kilimanjaro y el Monte Meru, pudimos confirmar que estábamos en el valle del Riff.

Y, por fin, lo más esperado: el parque nacional de N’gorongoro, con un cráter de unos 20 km. De diámetro habitado en cualquier época debido a su microclima y sus lagunas permanentes; y el parque nacional del Lago Manyara, una combinación de bosque, praderas y sabana que alberga a diferentes especies alrededor de sus aguas salinas. Pero las palabras sobran, preferimos compartir esta experiencia con las imágenes de sus protagonistas:

FOTOS DE LOS PROTAGONISTAS

jueves, 4 de agosto de 2011

LO QUE REALMENTE PASÓ…

… al no bajarnos en Bungu.
Después de nuestros días por Kilwa Masoko, decidimos emprender camino hacia Mafia, la primera de las islas que visitaríamos. Así que nos tocó madrugar para subir en el bus hacia Dar es Salaam de las 5 de la mañana. Nos esperaban unas 5 horas de trayecto que nos dejaría en un cruce, Bungu, donde teníamos que encontrar un dalla-dalla para llegar a Nyamisati, donde sale el barco que te lleva hacia Mafia, y todo esto antes de las 14h. El destino y la compleja burocracia africana, hizo que Luis, nuestro geólogo enamorado de África, cogiera el bus hacia Dar el mismo día que nosotras, así que empezamos nuestra contrarreloj acompañadas.
Sobre las 11 de la mañana el conductor nos avisó que habíamos llegado a nuestro destino, Bungu, pero nunca bajamos en esa parada. Esa decisión cambió el rumbo de nuestro viaje. Media hora antes, y siendo previsoras, habíamos llamado a un par de hoteles de Mafia para comprobar la disponibilidad, empezaba la temporada alta, y todos estaban llenos. El billete que habíamos comprado nos servía hasta Dar, así que decidimos seguir y organizar la visita a las islas a la inversa, primero Zanzibar y después Mafia. No nos despedimos de Luis, es más nos invitó a compartir taxi, y acabamos alojados en el mismo hotel.
Dar nos recibió con sus atascos infinitos y su caos continuo. Después de un par de días recorriendo juntos la ciudad lo que había empezado con un encuentro fortuito, se iba consolidando como amistad. Nuestros caminos se separaban con la visita a Zanzibar, pero no definitivamente, Luis se ofreció a acompañarnos en coche hasta Nyamisati para coger el barco que nos llevaría a Mafia.

La parte antigua de Ciudad de Zanzibar se conoce como Stone Town (ciudad de piedra), y entre sus inacabables callejones repletos de gente, puedes encontrar las maravillas de una época dorada, de Sultanes y riquezas. De esa época quedan edificios de influencias indias y árabes, puertas talladas, palacios, un fuerte de piedra, el antiguo mercado de los esclavos y alguna catedral de la época colonial.
En Zanzibar nos volvimos a reunir con Eva, nuestra compañera de viaje por tierras moçambiqueñas, y pasamos juntas sus últimos días de vacaciones antes de volver a Barcelona.
Zanzíbar es conocida por la producción de especies y café, así que nos apuntamos al “spice tour”, un recorrido por las granjas de especies de Zanzíbar, donde coincidimos con Bea, Albert y Agnès.


Después de unos días recorriendo la ciudad y de convertirnos en clientes habituales del Lukmaan, un restaurante de comida local con una variedad de platos insólita en este país, decidimos tomarnos unas vacaciones en Jambiani, una de las playas del sudeste, con largas extensiones de arena blanca y las aguas más turquesas de la isla. En esta zona las mujeres tienen un cultivo de algas al que solo pueden acceder durante la marea baja, a unos 500m de la orilla. Además de pasearnos entre los ordenados cultivos hicimos una excursión en un barco de vela (una vela hecha con pedazos de sacos de arroz) hasta el arrecife para descubrir qué se escondía en esas aguas.

Después de nuestras merecidas vacaciones volvimos a coger el ferry hacia Dar, para encontrarnos con Luis y Ana, que venía directa de Teruel. De camino a Nyamisati decidieron que se apuntaban a pasar unos días en Mafia con nosotras. Como era de esperar, no conseguimos llegar antes de que zarpara nuestro barco, y nos tocó hacer noche en una pensión muy básica en Nyamisati, un pueblo sin ningún tipo de atractivo. Al día siguiente conseguimos subir al barco, pero este viaje merece un post aparte con todo tipo de detalles.
Mafia es una isla con aspecto salvaje: vegetación frondosa con orillas repletas de palmeras y manglares, aguas bravas y un viento bastante fuerte en esta época del año. Después de pasar la primera noche en Kilindoni, nos dirigimos a Utende, la reserva marina de Mafia. Allí paseamos, disfrutamos de las playas y, como siempre, jugamos con las mareas. Mafia es famosa por sus fondos marinos, así que nos permitimos el lujo de hacer snorkelling acompañadas por varios bancos de peces de colores mientras Luis disfrutaba de una doble inmersión de submarinismo.

Después del relax y la calma de la vida isleña, llegó la hora de regresar a tierra firme, así que tras la odisea del barco, llegamos nuevamente a Nyamisati. Ahora sí, tocaba despedirse…pero pensamos… ¿para qué seguir nuestros caminos por separado si juntos nos lo pasábamos mejor? A partir de ese momento, empezamos a planear el resto de viaje por tierras tanzanas junto a Luis y Ana.

¿QUÉ HABRÍA PASADO SI…

… hubiéramos bajado en Bungu?
Después de nuestros días por Kilwa Masoko, decidimos emprender camino hacia Mafia, la primera de las islas que visitaríamos. Así que nos tocó madrugar para subir en el bus hacia Dar es Salaam de las 5 de la mañana. Nos esperaban unas 5 horas de trayecto que nos dejaría en un cruce, Bungu, donde teníamos que encontrar un dalla-dalla para llegar a Nyamisati, donde sale el barco que te lleva hacia Mafia, y todo esto antes de las 14h. El destino y la compleja burocracia africana, hizo que Luis, nuestro geólogo enamorado de África, cogiera el bus hacia Dar el mismo día que nosotras, así que empezamos nuestra contrarreloj acompañadas.
Sobre las 11 de la mañana el conductor nos avisó que habíamos llegado a nuestro destino, Bungu, así que nos despedimos de Luis, un poco tristes por tener que separar nuestros caminos tan pronto, pero deseándole lo mejor para su proyecto, y prometiéndole una visita cuando inaugurara su hotel.
Como era de esperar, no conseguimos llegar antes de que zarpara nuestro barco hacia Mafia, así que nos tocó hacer noche en una pensión muy básica en Nyamisati, un pueblo sin ningún tipo de atractivo. Al día siguiente conseguimos subir al barco, pero este viaje merece un post aparte con todo tipo de detalles.

Mafia es una isla con aspecto salvaje: vegetación frondosa con orillas repletas de palmeras y manglares, aguas bravas y un viento bastante fuerte en esta época del año. Después de pasar la primera noche en Kilindoni, nos dirigimos a Utende, la reserva marina de Mafia. Allí paseamos y disfrutamos de las playas y, como siempre, jugamos con las mareas. Mafia es famosa por sus fondos marinos, así que nos permitimos el lujo de hacer snorkelling y disfrutamos de la compañía de varios bancos de peces de colores.
Después del relax y la calma de la vida isleña, llegó la hora de regresar a tierra firme, así que nos esperaba la odisea de nuevo: barco a Nyamisati, dalla-dalla a Bungu y allí esperar algún transporte para llegar a Dar es Salaam, la capital tanzana, donde intentamos reunirnos con Eva, nuestra compañera de viaje por tierras moçambiqueña, pero en esta ocasión no pudimos cuadrar agendas, y cuando llegamos a Dar, ya había regresado a Barcelona.
Dar nos recibió con sus atascos infinitos y su caos continuo. Después de un par de días por la ciudad, nos embarcamos de nuevo en el ferry hacia Zanzíbar donde empezamos a experimentar por primera vez en este viaje la temporada alta de turismo.
Tras 3 horas de viaje llegamos a Ciudad de Zanzíbar, la capital.  La parte antigua de la ciudad se conoce como Stone Town (ciudad de piedra), y entre sus inacabables callejones repletos de gente, puedes encontrar las maravillas de una época dorada, de Sultanes y riquezas. De esa época quedan edificios de influencias indias y árabes, puertas talladas, palacios, un fuerte de piedra, el antiguo mercado de los esclavos y alguna catedral de la época colonial.

Zanzíbar es conocida por la producción de especies y café, así que nos apuntamos al “spice tour”, un recorrido por las granjas de especies de Zanzíbar, junto a un grupo de americanos.
Después de unos días recorriendo la ciudad y de convertirnos en clientes habituales del Lukmaan, un restaurante de comida local con una variedad de platos insólita en este país, decidimos tomarnos unas vacaciones en Jambiani, una de las playas del sudeste, con largas extensiones de arena blanca, y las aguas más turquesas de la isla. En esta zona las mujeres tienen un cultivo de algas al que solo pueden acceder durante la marea baja, a unos 500m de la orilla. Además de pasearnos entre los ordenados cultivos hicimos una excursión en un barco de vela (una vela hecha con pedazos de sacos de arroz) hasta el arrecife para descubrir qué se escondía en esas aguas.

Después de nuestras merecidas vacaciones volvimos a coger el ferry hacia Dar, campo base para preparar nuestra incursión al norte de país, donde dejábamos la costa para adentrarnos en las montañas tanzanas.