martes, 15 de noviembre de 2011

NUEVA INMERSIÓN EN EL BUDISMO: BAGAN Y MANDALAY

Cuando abrimos el atlas por primera vez después de decidir llevar a cabo este sueño, no éramos capaces de situar Myanmar en el mapa mundi. Alguien nos había hablado maravillas de este país, pero hasta que no deducimos que Myanmar había recibido el nombre de Birmania durante la época colonial (hasta el 1989) no lo encontramos, es un atlas antiguo.
Entre algunas lecturas, poco recomendables por su subjetividad y su notoria falta de criterio, las guías de viaje, empezamos a leer listas de motivos por los que ir o no a visitar Myanmar. También encontramos algunas listas con el dinero que destina un turista independiente y un turista que viaja en grupo al gobierno. ¿Qué clase de estadísticas son estas y en base a qué? Ahora nos parecen tonterías….Las típicas tonterías que hacemos los europeos cuando no aprobamos la actitud o las dinámicas de un país, son comunistas, son autoritarios, tienen un gobierno militar….son malos. Tampoco nosotras somos nadie para hablar, sólo hemos estado 28 días en este país, pero sí que creemos que deberíamos dejar de colgar etiquetas, escuchar más e intentar entender, sólo así ayudaremos.

Si creemos que no usando las infraestructuras del gobierno dejamos de apoyarlo, entonces es mejor no venir a Myanmar. Algunos hoteles son gubernamentales; los transportes públicos, que se limitan al tren y los ferries, también; algunas marcas de cervezas locales, como Myanmar Beer, también lo son; y por supuesto las entradas a templos, estupas y otros monumentos nacionales…vale sí, pero ¿nadie piensa en que TODOS los hoteles no gubernamentales deben tener una licencia para poder alojar a turistas y que eso significa que el 20% de lo que pagamos va al gobierno? ¿Y quién os pensáis que se lleva el dinero de los centenares de peajes que se pasan con los autobuses de compañías privadas? ¿Nadie ha leído la etiqueta de TODAS las cervezas que se venden aquí? Todas están embotelladas en la misma planta embotelladora. Eso sí…ni un turista va a dejar de pagar la entrada a los templos de Bagan porque el dinero va destinado casi en su totalidad al gobierno….


Nosotros tampoco. Laura y Javi se adelantaron un día para tantear el terreno y eso nos permitió a nosotras llegar como unas princesas, recogida en la estación de bus, hotel elegido  (sí sí, hotel), terreno inspeccionado y ruta planeada, un lujo vaya…Para que os hagáis una idea en Bagan, una antigua civilización de la misma era que Angkor (S. XII), reúne un conjunto de 4.400 templos en una superficie relativamente pequeña, una llanura de unos 30 km2. Y eso no se puede ver en un día, y menos en bicicleta, y menos con las carreteras inundadas, y menos con una rueda pinchada, y aún menos con las botas empapadas…Total, que necesitamos 4 días para hacernos una idea de lo que es Bagan.
Lo único malo de Bagan y el encantador pueblo de Nyang Oo fue que nos tuvimos que despedir de Laura y Javi, volvíamos a nuestra vida solitaria y sin comodidades. Decidimos irnos hacia el norte para ver la segunda ciudad más importante del país y sede de la mayoría de empresas chinas. Mandalay no es precisamente una ciudad atractiva y tranquila, el embrollo de coches, motos, bicicletas, trishaws, autobuses, taxis normales, taxis compartidos y taxis azules la hacen ruidosa y polvorienta, además el calor es sofocante…

Pese a todos los inconvenientes, decidimos coger nuevamente unas bicicletas destartaladas para ir a visitar el puente de teca más largo del mundo que se encuentra en un lago en la pequeña población de Amarapura, a 11 km de Mandalay. El viaje por la carretera fue todo menos agradable, pero valió la pena. Con su 1,2 km de largo, el U-Bein fue construido hace 200 años y está formado por centenares de pilares y lamas de madera de teca, la madera más preciada del mundo.
 
El día después de nuestra excursión sobre dos ruedas decidimos cruzar el río Ayeyarwady con el ferry para conocer Mingun y su ambiciosa estupa inacabada. El rey Bodawpaya quiso construir una estupa de 150m de altura,  la más alta de todos los tiempos, pero su muerte hizo que el proyecto no siguiera adelante y tan sólo se construyó una enorme base de 50m que es la que se puede apreciar hoy en día.

Y entre visitas turísticas, tés, chapatis y barbacoas pasaron nuestros días en Mandalay impacientes por emprender camino hacia las montañas del norte de Myanmar.

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