jueves, 4 de agosto de 2011

LO QUE REALMENTE PASÓ…

… al no bajarnos en Bungu.
Después de nuestros días por Kilwa Masoko, decidimos emprender camino hacia Mafia, la primera de las islas que visitaríamos. Así que nos tocó madrugar para subir en el bus hacia Dar es Salaam de las 5 de la mañana. Nos esperaban unas 5 horas de trayecto que nos dejaría en un cruce, Bungu, donde teníamos que encontrar un dalla-dalla para llegar a Nyamisati, donde sale el barco que te lleva hacia Mafia, y todo esto antes de las 14h. El destino y la compleja burocracia africana, hizo que Luis, nuestro geólogo enamorado de África, cogiera el bus hacia Dar el mismo día que nosotras, así que empezamos nuestra contrarreloj acompañadas.
Sobre las 11 de la mañana el conductor nos avisó que habíamos llegado a nuestro destino, Bungu, pero nunca bajamos en esa parada. Esa decisión cambió el rumbo de nuestro viaje. Media hora antes, y siendo previsoras, habíamos llamado a un par de hoteles de Mafia para comprobar la disponibilidad, empezaba la temporada alta, y todos estaban llenos. El billete que habíamos comprado nos servía hasta Dar, así que decidimos seguir y organizar la visita a las islas a la inversa, primero Zanzibar y después Mafia. No nos despedimos de Luis, es más nos invitó a compartir taxi, y acabamos alojados en el mismo hotel.
Dar nos recibió con sus atascos infinitos y su caos continuo. Después de un par de días recorriendo juntos la ciudad lo que había empezado con un encuentro fortuito, se iba consolidando como amistad. Nuestros caminos se separaban con la visita a Zanzibar, pero no definitivamente, Luis se ofreció a acompañarnos en coche hasta Nyamisati para coger el barco que nos llevaría a Mafia.

La parte antigua de Ciudad de Zanzibar se conoce como Stone Town (ciudad de piedra), y entre sus inacabables callejones repletos de gente, puedes encontrar las maravillas de una época dorada, de Sultanes y riquezas. De esa época quedan edificios de influencias indias y árabes, puertas talladas, palacios, un fuerte de piedra, el antiguo mercado de los esclavos y alguna catedral de la época colonial.
En Zanzibar nos volvimos a reunir con Eva, nuestra compañera de viaje por tierras moçambiqueñas, y pasamos juntas sus últimos días de vacaciones antes de volver a Barcelona.
Zanzíbar es conocida por la producción de especies y café, así que nos apuntamos al “spice tour”, un recorrido por las granjas de especies de Zanzíbar, donde coincidimos con Bea, Albert y Agnès.


Después de unos días recorriendo la ciudad y de convertirnos en clientes habituales del Lukmaan, un restaurante de comida local con una variedad de platos insólita en este país, decidimos tomarnos unas vacaciones en Jambiani, una de las playas del sudeste, con largas extensiones de arena blanca y las aguas más turquesas de la isla. En esta zona las mujeres tienen un cultivo de algas al que solo pueden acceder durante la marea baja, a unos 500m de la orilla. Además de pasearnos entre los ordenados cultivos hicimos una excursión en un barco de vela (una vela hecha con pedazos de sacos de arroz) hasta el arrecife para descubrir qué se escondía en esas aguas.

Después de nuestras merecidas vacaciones volvimos a coger el ferry hacia Dar, para encontrarnos con Luis y Ana, que venía directa de Teruel. De camino a Nyamisati decidieron que se apuntaban a pasar unos días en Mafia con nosotras. Como era de esperar, no conseguimos llegar antes de que zarpara nuestro barco, y nos tocó hacer noche en una pensión muy básica en Nyamisati, un pueblo sin ningún tipo de atractivo. Al día siguiente conseguimos subir al barco, pero este viaje merece un post aparte con todo tipo de detalles.
Mafia es una isla con aspecto salvaje: vegetación frondosa con orillas repletas de palmeras y manglares, aguas bravas y un viento bastante fuerte en esta época del año. Después de pasar la primera noche en Kilindoni, nos dirigimos a Utende, la reserva marina de Mafia. Allí paseamos, disfrutamos de las playas y, como siempre, jugamos con las mareas. Mafia es famosa por sus fondos marinos, así que nos permitimos el lujo de hacer snorkelling acompañadas por varios bancos de peces de colores mientras Luis disfrutaba de una doble inmersión de submarinismo.

Después del relax y la calma de la vida isleña, llegó la hora de regresar a tierra firme, así que tras la odisea del barco, llegamos nuevamente a Nyamisati. Ahora sí, tocaba despedirse…pero pensamos… ¿para qué seguir nuestros caminos por separado si juntos nos lo pasábamos mejor? A partir de ese momento, empezamos a planear el resto de viaje por tierras tanzanas junto a Luis y Ana.

2 comentarios:

  1. No me aclaro, lo del post anterior realmente no sucedió así?

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  2. No Miguel, lo del post anterior no pasó. No bajamos en Bungu en ese viaje, pero esa decisión hizo cambiar el rumbo del viaje!

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